sábado, 27 de febrero de 2016

MORALES DICE





Las elecciones del 6 de diciembre de 2015 fueron concebidas por la oposición y muy particularmente por los adherentes a esa opción, como el camino a la superación de la crisis generalizada que atraviesa el país. Debatir la caracterización de la crisis tiene poco sentido, en tanto que ésta ha sido suficientemente analizada, siendo más importante señalar que el único cambio en esta materia es el reconocimiento por parte del gobierno de su existencia, aun cuando sobre el origen existan severas divergencias.

Mientras para la oposición agrupada en la MUD la crisis deviene de una concepción política que solo estimula su profundización, para el gobierno es simplemente una guerra de agentes abstractos –guerra económica, pelucones, burguesía, imperio…- que impiden que el modelo “socialista” desparrame en la sociedad su bondad traducida en enormes dosis de bienestar.

Lo cierto es que mientras el gobierno se embarcaba en la misión de convencer a los venezolanos de semejante idea dejó de tomar medidas urgentes en materia económica que pudieran aliviar la crisis que en estos momentos azota a los venezolanos.

La crisis es naturalmente consecuencia de un modelo que de arrancada estaba signada por el fracaso, pero, de nuevo, insistir en ello solo tiene sentido para explicar el presente y hasta el futuro a menos de que se introduzcan correcciones inmediatas que hagan variar el mañana.

El gobierno estuvo alertado de lo que se le avecinaba; los indicios de la crisis presente están sustentados en la destrucción del  parque industrial, de la expropiaciones de tierras y empresas productivas que hoy dan pérdidas , además, de la montaña de dinero que ingresó al país de la renta petrolera que permitió temporalmente suplir las deficiencias con importaciones a granel. El gobierno, borracho de los aportes petroleros obvió el daño causado a la productividad nacional. Si lo podía comprar a empresarios foráneos para qué preocuparse por los de aquí.

Al día de hoy el gobierno se enfrenta a una realidad que sus ejecutorias ayudó a construir: el resultado del último trabajo de Latinobarómetro realizada en el mes de febrero es de lo más elocuente. El 88.3% de los  entrevistados cree que la situación del país está muy mal, solo el 11.8% tiene la fortuna de ver una realidad distinta. El 95.6% de los ciudadanos dice tener que hacer grandes colas para acceder a los productos alimenticios, pero la noticia más alarmante es que el 87.1% dice comprar menos comida que antes, esto es, la ficticia inflación, descubierta por un muy breve ministro de Maduro, se traga inmisericordemente la capacidad de compra del venezolano.

Maduro, cuyo juicio luce extraviado, se ha presentado ante el país con un plan que casi sugiere que se acaba de encargar del gobierno. Un plan de motores que harán de la Venezuela rentista que ellos profundizaron una productiva, es la receta ante la crisis. Pero ni modo, unos motores que deberán arrancar con la destreza del conductor de turno solo nos augura una agudización de la crisis.

La mayoría parlamentaria debe salir al encuentro de los ciudadanos para promover un plan que permita enfrentar los males del presente y transitar hacia un cambio de gobierno a través de las instituciones. Ese es el reclamo elevado el 6D que aún hoy sigue vigente.
@LeoMoralesP.

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