domingo, 29 de marzo de 2015

Alberto Franceschi nos dice en Blanco y Negro




Desde el Exilo por: Alberto Franceschi G.
28 de marzo de 2015
El tema del Cuándo, Cómo y con cual escenario probable de trama continua o discontinua de eventos, que se escenificarían el final presencial de este malhadado régimen como periodo histórico de hegemonía chavista sobre sobre nuestro Estado y sociedad venezolana, es muy difícil de abordar, no sólo por su complejidad, sino para poder lograr NO generar falsas expectativas.
Si pudiéramos acometer este objetivo teórico y elaborar los pronósticos del caso, con asertividad y sencillez, deberíamos poder responder a todas las principales interrogantes sobre el “como” creemos que puede terminar el régimen chavista-castrista, y de paso, siendo todavía más complicado, visualizar el “cuando” ese final se produce, porque ello tiene que ver con la capacidad de respuestas de resistencias a su expulsión que aun detenten los rojos, para con sus aliados de la élite venezolana diferir, por el mayor tiempo posible, la contingencia de su eyección del poder.
Como quiera que aquello que se tiene por adquirido en la hipótesis, a saber la salida de esta gente del control de la república, es precisamente el objetivo fundamental de la aplastante mayoría nacional, debemos entonces lograr llegar hasta delimitar responsabilidades de: Cómo y porque tales eventos no terminan por irrumpir, sobre todo si comprendemos el peso enorme del concurso eminentemente político de resistencias entre quienes siguen en la cohabitación con el régimen y ayudan así, desde nuestro campo, a evitarse, para evitarles, un escenario de ruptura real y profunda, que implican los términos en que aspiramos presenciar el finiquito real, visible y perecedero del escenario de su final histórico.
Por supuesto damos por sentado que se operará un cambio drástico y definitivo de este régimen que conlleva la anulación de sus responsables, es decir advendrá el escenario de su sustitución por otra trama institucional sobre la que deberemos reconstruir el Estado venezolano, ahora en escombros, con la certeza además que tal nueva fase en la vida de la Republica deberá acometerse con una nueva clase política, una nueva elite empresarial y financiera y por supuesto con una reconstrucción del estamento militar, policial y de, mínimo, TODAS las altas capas decisorias de la burocracia estatal en particular de la empresas, bancos, y servicios públicos con manejo de grandes recursos, que al propio tiempo son fuentes inagotables de corrupción, depredación y peculado de uso.
A veces me temo que no termina de entenderse que aquello que ha de producirse tarda tanto porque precisamente se trata de un nuevo trastrocamiento de alcance histórico de la sociedad venezolana, que esta vez deberá expresarse como en 1821-30, 1898, 1936, y 1958, en un cataclismo social económico, político, jurídico, militar y que hunde sus raíces históricas en lo que dejó de hacerse, o se hizo pésimo, por acción u omisión en los últimos 20 años antes de 1998 cuando se toleró y hasta se auspició la sinrazón de haber permitido la destrucción del Estado venezolano que realizó Chávez, sobre la base de imponer una gangrena institucional sectaria y socialmente lumpen, que se sumaron, dando un salto cualitativo, a las evidentísimas taras del régimen “democrático representativo” partidista clientelar anterior.
La primera advertencia que asumimos es indicar con responsabilidad, que el desmantelamiento, es de tal profundidad, en el orden económico, social, jurídico y militar anterior, resumidos en estos cuatro ítems fundamentales, para no agregarle las otras decenas de colaterales que se subsumen en ellos igualmente dañados de forma irreparable, que ello nos lleva a la conclusión que ha se rehacerse TODO EL ESTADO, lo cual implica jerarquizar de nuevo TODO el orden social que le acompaña es decir la trama económica, financiera y por sobre todo el sustrato jurídico sobre el que deban volver a basarse las formas de propiedad que tienen como colateral necesaria, en muchos aspectos, las relaciones laborales, y el nivel de control propiciado por el estatismo creciente de los últimos 60 años sobre el aparato productivo, comercial y financiero, cuyo colofón final y dantesco fue el poder omnímodo del chavismo disponiendo caprichosamente de todo para generar un EstadoForajido y sus sustentos sociales basados en nuevas clases propietarias edificadas sobre el hampa política.
La verdadera razón por la que no alcanzamos a distinguir en los rangos de la oposición política, llámese MUD u otros, una verdadera antítesis de este régimen, es sencillamente porque son parte suya, apenas acompañándoles de forma mojigata, con algún asco, pero degustando sus frutos pestilentes nacidos de las corruptelas del dinero fácil.
La “democracia representativa” anterior, que era en lo fundamental una rebatiña clientelar que comenzaba por la apropiación indebida de la parte sustancial del ingreso nacional neto, por parte de la frívola élite viciosa que se desarrolló consustanciada con las permisividades y tráficos derivadas u originados en el control de cambios y el fraude bancario, como masa de beneficios ilegales delictivos.
Nuestra elite económica, que adversó a Carlos Andrés Pérez hasta echarlo del poder, por querer poner coto parcial a este rasgo distintivo del asalto por mampuesto al ingreso petrolero neto, obligándoles a competir y a renunciar a parte sustancial de sus privilegios nacidos de la exclusión de la mayoría nacional del usufructo de ese ingreso nacional neto, resolvió traer al poder a Caldera su ideólogo golpista de ocasión y al propio Chávez, con la intención de realizar nuevos repartos desiguales, con la sorpresa final que el caudillo llanero, con la cabeza bastante desordenada por Fidel Castro, más bien tenía en mente la fundación de otra elite, una nueva, de origen social lumpen y nutrida por resentidos sociales y oportunistas de baja estofa que terminaron por apropiarse en tiempo record de la más colosal cifra de dinero expoliado a sociedad alguna, solo comparable a viejas castas de la nobleza europea, a Marajás de la India o a potentados de casas reales de Brunei, de árabes del golfo y de Arabia Saudita.
Terminar con el reinado de la casta chavista no significa desplazar solo a un grupo de prevalidos del poder político, con lealtades delictivas masivas que alcanzan a muchos personeros de las viejas elites proyectadas como oposición política convenida.
Se trata de abolir un régimen que desarrolló aceleradamente un sistema de rápidas alianzas de clases ,subclases y estamentos, como el militar y que aupó los sólidos nexos orgánicos con la propia hampa social beligerante, cuya mejor síntesis son “Colectivos” paramilitares con disfrute de control territorial para sus fechorías, en amplias zonas urbanas que están inaugurando en estos días bajo la dirección y auspicios de Freddy Bernal y Cilia Flores, consorte del paniaguado Presidente Maduro y con las FARC, ocupante por tolerancia aviesa de nuestras FAN en nuestros Estados de territorios de fronteras. Esta es una verdadera cohorte de chantajistas y matones al servicio de la permanencia criminal de la casta roja en el poder.
Para decirlo en términos convencionales: la salida del poder del régimen civil-paramilitar-hamponil-chavista, ahora “madurista-diosdadista” no puede darse por vías “reformistas”. La mutación no es viable sino se va a la raíz económico-social-paramilitar de lo que da sustento al poder de la casta roja y es por ello, que en estricto sentido, ha de provocarse una revolución jurídico-política y en cierto sentido de reversión económico-social, por cuándo debe eliminarse la base de sustentación material, no solo política sino la paramilitar con sustento financiero, que de no hacerse no tardarían en hacer un infierno del nuevo régimen, incluyendo la promoción de una guerra irregular y con acciones terroristas desenfrenadas como su lógica oposición.
Muchas veces, por haber precisamente creído o más bien por todavía creer, que este régimen puede abandonar la escena con una simple elección trucada, no se entiende lo dramático que va a resultar la expulsión del régimen chavista forajido y la reconstrucción del Estado venezolano.
La conducta política típica de la clase delincuente controlando el poder de Estado, ha sido desde los tiempos de Chávez, buscar por supuesto la aquiescencia del grueso de la población mediante las concesiones de orden económico, mediante el subsidio directo de buena parte de sus consumos corrientes. Pero ello sería insuficiente, como explicación, sino hubieren mediado los privilegios dados a los políticos de oposición y a sus clientelas, así como a los magnates banqueros y a plutócratas mediáticos.
Quien diga, en TODOS los segmentos sociales, que el chavismo NO repartió bolívares o dólares subsidiados bajo su hegemonía, sencillamente no habría descubierto la esencia del consenso político-social que se estableció con los representantes de las elites.
Cinco de cada 10 políticos que se creyeron elegibles y candidatos a disfrutar canonjías y migajas del régimen lo lograron. Ocho de cada 10 empresarios, dispuestos a guisar en grande en sociedad con cacos de las finanzas del aparataje cambiario, financiero y bancario del régimen, también lograron “arrimarse al sabor” de la mermelada roja, que nubló el entendimiento de muchos.
La prédica simplista echó a rodar la tesis que los responsables de sostener este régimen de prevaricadores de depredadores de oficio son los militares, sin dejar de tener en parte razón, pero lo que nunca dice es que por cada militar ladrón o guisador hay 20 ó 50 “civiles” empresarios, politiqueros y burócratas, que presionan sobre el estamento militar para repetirle que deben continuar siendo leales al régimen y mantenerse en los canales institucionales como modus vivendi con él.
¿Cómo evitar no detectar en todas las declaraciones hechas por años por los de la cúpula opositora, sobre el tema de la insurgencia militar, una lealtad perruna con el propio régimen chavista? Eso es tan obvio que solo habría que encontrar las razones crematísticas, cuando se puedan descubrir, para devolver atrás la grabación y comprender las “poderosas razones” de estos “demócratas” siempre tasadas en dólares CADIVI para entenderlas cabalmente.
Quién diga que se trata de abolir un sistema comunista implantado por los cubanos y sus socios lumpenes izquierdistas venezolanos está diciendo solo una verdad parcial, mezclada con una gran falsificación que nunca se aborda: este régimen es también un producto de los hijos bastardos de nuestras viejas elites económicas y políticas. Este régimen es la continuidad estricta de la “Cuarta” por eso ha durado, por eso es tan difícil imaginar su caída, que deberá arrastrar al gobierno en conjunto con su oposición, llevándose por delante a toda la elite guisadora y potentada, que por si faltaran desgracias se convirtieron en sus lobistas internacionales.
Con 17 años de retardo el Estado USA ha entendido que estos socios venezolanos que llenan de dólares sus abultadas cuentas mayameras ahora son demasiado problemáticos para seguir callando sus nexos con el narcotráfico y el terrorismo islámico radical y es eso lo que motiva los cambios reales en la percepción de Norteamérica, que implicará seguramente la influencia dominante de un nuevo factor de tipo geopolítico en la situación de desbarranque que se avecina en Venezuela. Seguiremos en esta línea de análisis.

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